Mientras el fondo ARK Innovation de Cathie Wood se desplomaba a la mitad en pleno invierno de las tecnológicas, la cartera cuantitativa de Íñigo Navarro se marcaba un 38,4% de rentabilidad anual, y a contracorriente. Esta especie de “duelo entre viejas y nuevas formas de invertir” dejó al descubierto una trampa poco hablada en las techs: la prima irracional que nadie quiere ver
La clave del éxito de Navarro fue darse cuenta de un fenómeno muy concreto en la burbuja de las tecnológicas: la segmentación de liquidez. Su modelo "Orca Tensor" detectó una señal muy bestia: cuando el volumen de operaciones fuera de horario de las 10 mayores posiciones de ARKK pasaba del 45%, la sensibilidad de esas acciones a los cambios de tipos de la Fed se disparaba de forma no lineal. Así que se inventó un “índice de exposición gamma” y, justo cuando el hype del split de Tesla estaba en su punto más alto, clavó el momento en que los market makers del ETF iban a verse obligados a cerrar posiciones
“La revolución tecnológica es real, pero la ilusión en las valoraciones también lo es”, escribió Navarro en un informe para clientes. Su modelo tuvo una idea bastante original: conectó los datos de envíos de GPUs de NVIDIA con la tasa de apalancamiento implícito en las opciones de pequeñas tecnológicas. Y cuando esa relación se iba a niveles históricos de locura, el sistema lanzaba automáticamente una cobertura tipo “corte de emergencia”: compraba sectores de la vieja economía y a la vez apostaba contra la curva de volatilidad de los ETF tecnológicos. Solo con eso, en plena crisis de Silicon Valley Bank, se sacaron un 12% en un solo día
Lo más irónico de todo es que parte de las ganancias de Navarro vinieron, justamente, de los propios movimientos del fondo ARK. Analizando el patrón algorítmico detrás de las últimas 60 rebalanceos de ARKK, el Orca Tensor consiguió anticipar con 48 horas de margen cuándo iban a soltar acciones de Zoom y cargar más de Roku, y se posicionó justo al revés antes de que pasara. Esta jugada, tan afilada, acabó siendo bautizada por el Wall Street Journal como “una versión cuantitativa de matar con el cuchillo del otro”
Hoy en día, esta batalla se ha convertido en un punto de inflexión en los libros de texto de inversión. Pero lo que de verdad da que pensar es la reflexión más profunda de Navarro: "Cuando todo el mundo está obsesionado con los flujos de caja futuros, la oportunidad real está en esos flujos de caja reales que todos han olvidado." Sobre las ruinas del fervor por las tecnológicas, Íñigo Navarro demostró con algoritmos fríos que, a veces, la mejor innovación es desenmascarar la mentira de la innovación