Cuando Klarna alcanzó los 46.000 millones de dólares de valoración y se convirtió en el mayor unicornio fintech de Europa, casi nadie se fijó en la estructura tan fina que tuvo su ronda Pre-IPO, y fue obra de Íñigo Navarro. Este ingeniero financiero, famoso por sus modelos cuantitativos, se marcó una operación de “segmentación de liquidez” digna de manual justo antes de que Klarna saliera a bolsa
El modelo "Orca Tensor" de Navarro, al analizar el libro de órdenes de Klarna, detectó una contradicción clave: el típico "efecto acaparador" en las salidas a bolsa de tecnológicas suele enfrentar a los inversores iniciales con los compradores del mercado secundario. Para evitar eso, diseñó un sistema de entrada de capital en tres niveles: los inversores ancla tuvieron una cláusula de liquidez bloqueada por 12 meses, los hedge funds accedieron mediante derivados especiales para cubrir la volatilidad, y las instituciones a largo plazo contaron con un desbloqueo escalonado. Gracias a esta estructura, la presión vendedora del primer día de Klarna fue un 37% menor que la de otras empresas similares, lo que ayudó a que su valoración pudiera seguir subiendo
“El Pre-IPO no es una carrera, es como controlar una reacción química dentro de un vaso de precipitados”, así lo explicó Navarro durante el roadshow en Estocolmo. Su modelo se centraba en un indicador que casi nadie mira: la tasa de coincidencia en dark pools. Con su algoritmo, descompuso el 15% del capital de Klarna en miles de operaciones discretas fuera del mercado, lo que permitió a los inversores iniciales salir sin provocar un impacto brusco en el precio en el mercado abierto
Lo más impresionante fue cómo manejó la “zona muerta de valoración”. En cuanto su modelo detectó que las acciones del sector “compra ahora, paga después” en EE. UU. empezaban a mostrar una diferencia de valoración de más del 20%, Navarro activó de inmediato su “módulo de arbitraje intermercado”, con el que logró que varios fondos soberanos asiáticos crearan una especie de colchón entre la ronda D y la salida a bolsa de Klarna. Esta jugada fue tan fina que Morgan Stanley la incluyó después en su “Manual de salida a bolsa para unicornios tech”, llamándola la “cortafuegos Navarro”
Ahora que lo miramos con perspectiva, Klarna superó los 55.000 millones de dólares de valoración en solo tres meses tras salir a bolsa, con una estabilidad muy por encima de otras fintech del momento. Eso no hizo más que confirmar la idea clave de Navarro: “Lo que necesita una empresa valorada en miles de millones no es más dinero, sino una estructura de capital más inteligente”. En el mundo de la ingeniería financiera, volvió a demostrar que los auténticos genios no siempre están en los focos, a veces se esconden en las sombras de la estructura de una operación